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miércoles, 8 de julio de 2015

Entre libros y tareas mi juventud se desvanece.

Quiero salir y divertirme...
A veces pienso que estoy desperdiciando mi tiempo y juventud. Me siento vieja, y entre libros y tareas me pierdo, olvido que hay una vida ahí afuera y necesito vivirla.

Aun no llego a mis 20, pero solo es cuestión de pocos meses. Y hacen falta salidas, diversión, fotos, viajes, lugares diferentes e impresionantes al lado de los que quiero, que aun no consigo planear y organizar.
Quiero salir y divertirme. Conocer gente nueva, hacer nuevos amigos, conocer el amor, y hacer cosas locas propias de un adolescente (Con precaución, claro y confío en todo aquello que me ha advertido mi madre; a esta edad se cometen muchos errores, pero de ellos hay que aprender) como irse de fiesta y llegar a la madrugada, cansada después de bailar por horas.
Pero no... Me he quedado encerrada entre libros y tareas, que ya me tienen estresada.
No digo que no quisiera seguir preparándome para el futuro, pero también necesito aprovechar mi juventud.
A veces envidio a esos que salen en sus fines de semana a divertirse con sus amigos. Yo no salgo, por que he preferido los libros y las tareas.

Tal vez he sido un poco caprichosa, y no se lo que digo, pero alguien en mi posición entendería.
Quiero salir y divertirme, este Sábado, aunque el Domingo me ahogue entre letras y cuadernos. Se puede cumplir con la uni, y divertirse un poquito. ;)

jueves, 2 de julio de 2015

Cómo Katy Perry cambió mi manera de pensar

Eran las dos de la tarde. En ese momento iban a televisar la película Part of me (parte 1) de Katy Perry. Decidí verla, y así conocer su trayectoria musical.

Conforme pasaba el tiempo, o con él el filme, me iba percatando de que no todo lo que había conseguido en su vida lo obtuvo por su bello rostro. No. Hizo muchos sacrificios.
Katy fue criada en el seno de una familia muy cristiana, seguidora de la palabra de Dios. No cantaba canciones profanas ni vestía como las niñas de su edad. En la pubertad descubrió que lo suyo era la música, aunque solo cantase canciones religiosas.
Enfrentó a sus padres en el momento en que decidió lo que quería, y salió a por ello.
No obstante, a pesar de su deseo por ser una persona reconocida y brindar con su música sonrisas y alegrías, sufrió varios rechazos por parte de las disqueras a las cuales recurría.
Así sucesivamente hasta que sí obtuvo lo que quiso, y por más sacrificios que tuvo que hacer para mantenerse de pie y luchar por sus sueños, nunca abandonó aquello que le había costado tanto sacrificio lograr.

Ustedes se preguntarán por qué digo todo esto. Pues, esta historia me enseñó algo muy importante en la vida: Solo vivimos una vez, y debemos hacer que valga la pena. Aquellos sueños, metas, propósitos que tengamos debemos luchar por ellos. No importa cuán difícil sea, hay que ser constantes y perseverantes, solo así conseguiremos, tarde o temprano, lo que nos proponemos.

Así que, si tú tienes metas trazadas, objetivos claros, ¡persíguelos! Solo tienes una oportunidad en la vida, y mil opciones para conseguirlo.

sábado, 27 de junio de 2015

¿Alguna vez te has sentido desmotivado?

Dime tú, joven amante a la vida, de fresca memoria y de sueños despiertos, que alegres se pasean por tu mente, dime si has perdido el entusiasmo alguna vez.
Dime si alguna vez te has sentido indispuesto a hacer algo, incapaz de emprender aquella idea que tanto has planteado en papeles que luego terminan arrojados a la basura.
Dime si alguna vez tu inspiración ha rebotado al cielo cual pelota de básquet y luego estrellarse contra el suelo.
Dime si alguna vez te has sentido sin poder de hacer nada y con ganas de hacerlo todo.

Yo sí. Yo he caído en la amarga desesperación por encontrar ese algo que me motive a pararme de la cama y olvidar el computador.
Yo me he hartado de esperar a que suceda algo realmente impresionante en mi vida, pero hoy aprendí que aquello no sucede por que sí.
Necesitamos pararnos y salir en busca de la luz que ilumine el sendero de nuestras ideas y el deseo de luchar por cumplir nuestros objetivos.
Eso es lo que debemos hacer.
Si tú algún día lo logras, por favor, dime como lo hiciste.

miércoles, 24 de junio de 2015

Del cielo llovieron piedras

Era un día como cualquier otro en el campo donde creció mi padre, cosa rara, no pude verlo. El cielo estaba cargado de nubes, espesas y de color gris. Las casas estaban dispersas, no eran las mismas que veía cuando chiquita. Aquellas eran de madera y cartones mojados, podridos por la antigüedad y el mal uso. Desconocía el lugar y su gente, a pesar de que era la dirección que fin de semana tras fin de semana yo perseguía.

Recorría con mi madre una de las casas, pequeña, sin color y frágil. Sin esperar lo que venía, mi procreadora salió por un instante, y no dijo a dónde.

Fue ahí donde empezó la pesadilla.

El cielo comenzó a desahogarse; enojado descargaba su ira desprendiendo de sí piedras hacía el infeliz pueblo. Desesperada grité por mi madre. No la veía y no podía exponerme al exterior rocoso y a la furia del universo.
La gente entraba a gritos ahogados en desesperación a aquellos ranchitos al borde de la caída.

Al cabo de cinco minutos descubrí que las rocas no tocaban a la gente, sólo hacían ruidos en los techos metálicos desgarrados y antiquísimos.

Al terminar la devastadora tormenta, prosiguió la calma, pero el cielo seguía aún más oscuro. Hacía frío ahí afuera. Era un frío tétrico que convertía el ambiente en un lugar de pánico.


Una hora después, luego de haberse calmado por completo. Sentí un mal presentimiento, un aura aterradora se posaba en el sitio.
Yo desde luego supe qué venía.

Comencé a gritos a llamar a mi madre. Al tiempo que respondió, me percaté que estaba a mi espalda. Había otro chico cerca de las dos, para ser exacta en medio de ambas. Me miraba asustado, y yo no sabía de dónde había salido ni qué hacía en esa habitación.
Mi madre hablaba con cierta serenidad, como si nada sucedía.

Miré hacia afuera. Vi como del cielo caían pequeños puntos desiguales. Me di cuenta de que no eran rocas. Eran pedazos de hielo.
Grité nuevamente. No pensé que continuaría.


6:30 A.M. la alarma del celular aun no suena, pero ya casi lo hace. Me despierto sudada, con el corazón en la mano. Tengo recuerdos borrosos de el sueño que acabo de tener. Me levanto de la cama deprisa, espero poder contarlo.

domingo, 21 de junio de 2015

Una sonrisa fastidiosamente agradable (Cont.)

Preguntaste por mi familia. Te conté que nos estaba yendo muy bien. No se me ocurrió preguntar por la tuya. Cambiabas de tema muy rápido, no me alcanzaba el tiempo para tomar la iniciativa y establecer una conversación sólida.

Me contaste que saldrías de vacaciones y que estabas a mi disposición para lo que se me ofreciera. Obviamente, actué como si no me importase mucho.
Me sorprendía mi manera de fingir.

A medida que hablábamos, más caía en la conclusión de que la conversación llegaba a su fin.

miércoles, 17 de junio de 2015

Una sonrisa fastidiosamente agradable

Aquel Domingo fue uno de esos en los que tuve que regresar a la rutina, volver a casa después de la escapada hacia la tranquilidad plena del campo, un lugar de clima fresco por las noches y ardiente por las tardes.
Así es el hogar de mi abuela...

Ese Domingo, inesperadamente recibí esa llamada que esperaba y no pensé contestaría tan pronto.
Escuché el celular vibrar, mucho antes de que pudiera notar el sonido del ringtone. Aquel zumbido, me hacía guardar cada vez más la esperanza de que fueras tú. ¿¡Quién más podría ser!?
Terminaba de jugar una partida de ''parché'' con mi hermana menor en ese momento. Vi tu nombre en la pantalla del aparato, me sorprendí, pero por alguna razón mi cuerpo quería aparentar lo opuesto. Agarre el móvil y salí con cierto nerviosismo a contestar tu llamada al balcón.

Levanté el teléfono. El tono de mi voz era una mezcla de excitación, frescura y amabilidad que, meramente no combinaban para nada. Actuaba normal, o al menos eso intentaba. Fingía naturalidad y que no me afectara su voz, esa que me volvía y sigue volviéndome loca.

Continuará...

miércoles, 10 de junio de 2015

Musas

Son dos el número de veces en las que llegó a mi mente aquel recuerdo del error que me hiciste cometer.

Tan ingenua, decidí creer en alguien que ni de sí misma se preocupaba y que todo lo que prometió, le brindó a otra.

Y tú, tan sordo, mudo y ciego que hoy en día haces como que no tienes idea de lo que sucedió, y sin embargo bailas en este problemón.

A ti a quien le di todo sin tener nada;
A ti a quien dediqué mi esfuerzo a lo imposible, en vano;
A ustedes que nunca cumplieron sus promesas y me dejaron vacía, llenándose mi buena fe;
A ustedes jamás dejaré de escribirles, por que son musas, las musas de mi dolor.

sábado, 6 de junio de 2015

Alone

Desahogate, que las penas las barran las lágrimas. Tu preocupate por lograr los objetivos que tienes en mente. Olvida todo lo demás.
Aquellos quienes no te escuchan, no gozaran de los beneficios que pudiste aportarles. No ganas nada con llorar, y ellos no ganaran nada por lograr hacerte sufrir.
La vida se desgasta conforme vas creciendo. Haz lo que te guste hacer. No hagas caso a los comentarios tóxicos que hacen los pocos creyentes, de envidia incalculable.
Si marchar sola por el mundo te trae mayor tranquilidad, empieza a caminar leve y con cuidado.

miércoles, 3 de junio de 2015

Si Dios me concede el milagrito

Si Dios me concede el milagrito de alejarte de mi vida, podría mirar mi entorno con otros colores. Los días serían como el primer día de verano, y el río no llenara mi alcoba con sus aguas crecientes de dolor irremediable.

Si Dios se ayudara, y quitara la espiga del poco trigo que crece en mis tierras, podría des cosechar mejores productos y ofrecer algo de valor al mercado que los necesita.

Pero tú sigues ahí cual herida que no cicatriza en mi piel, como la diabetes, infeliz, empalagándome de dolor.

miércoles, 27 de mayo de 2015

Vete que no haces falta

Ahora si es cierto. Ya me canse de lo mismo.

Estoy cansada de esperar aquel boomerang que lancé hace mucho tiempo y que aún no regresa. Agotada, sentada en la misma silla en la que me tumbe a ver tus huellas frescas dirigirse a la puerta, sintiendo como la paciencia se me termina, y el karma no cumple con lo que acordamos.

Esta vez quiero que me expliques qué me toca hacer ahora que perdí las esperanzas. La verdad, no le veo ningún futuro a nuestro caso. Ni siquiera existen las ganas de intentarlo una vez más.

Estoy harta. Sí, definitivamente. Harta de tomar decisiones pensando en tu persona, y desfavoreciendo la mía. Harta de que te vayas sin avisar.
Dime, ¿acaso tú si te acuerdas de mi antes de actuar?
Comencé a dudarlo desde el día que decidiste marcharte cuando yo no estaba en el refugio que nos unía, aquel donde solo nos veíamos tú y yo, y que ahora solo forma parte de un recuerdo borroso. Vi tu guardarropas vacío.

Ahora explicame, ¿aún sigues creyendo que estaré tumbada en el sofá esperando a que abras la puerta? Ya ni siquiera existen las ventanas.

sábado, 16 de mayo de 2015

María Ingenua, Úrsula Ingrata (Continuación)

Me quedé esperando tu llamada. Ya jamás vuelvo a ilusionarme. Ustedes, ambos son tela cocida con las mismas manos.

Siempre ha sido así. Desaparecen sin avisar, sin decir un ''hasta luego''. Lo peor de todo es que nunca me acostumbro al fallo. Caigo y vuelvo a caer como si sus ojos hipnotizaran mi razocinio.

Me desarma, dejas un vacío en mi interior al marcharte, como cuando el otoño abraza los árboles arrastrando consigo todas sus hojas.

Ya no vuelvo a creer. Recito estas palabras con sobria amargura.

Cuando me calmo, olvido todo y cada daño cometido se repara por sí solo sin que yo pueda pronunciar palabra alguna.

miércoles, 13 de mayo de 2015

María Ingenua, aquella Úrsula Ingrata

Siento algo de distancia en ti. Ya no es el mismo respeto. Ignoras cada una de mis palabras... No, no la odio, ni le guardo rencor. Al contrario, siento vergüenza, bochorno de aquello que hice. No hay agujero lo suficientemente ancho y profundo como para enterrar mi cabeza en él y así, desviar tu mirada de mi estupidez.

Cada que te pregunto por ella, las palabras salen de su boca con cierto esfuerzo, y son escasas, tanto que ya no me das oportunidad de seguir hablando de aquella mujer que me despojó de la confianza de gente que una vez me quiso.

Antes de que decida hablar de otra cosa ya has cambiado de tema, tan rápido que cuesta esfuerzo procesar tanta información a un corto plazo y al mismo tiempo. Te sigo el hilo del asunto. Desconcertada, trato de que mi balbuceo no me exponga al detector de tus observadores ojos. Todo lo ven.
Escucho a medias tus palabras, ya no puedo seguir disimulando la incomodidad gracias a las respuestas que diste a mi imprudente pregunta.

Lo siento, aun la extraño. Por loco que suene, necesito hablarle. Mi masoquista actitud se desvanece solo cuando cae en cuenta de que es una idea descabellada, hablar como si nada a alguien que no supo agradecer mi sacrificio.

Continuará...  

miércoles, 29 de abril de 2015

Viridis eyes of memorias

3:13 p.m. Debía irme cuando vi aquellos ojos verdes, claros, y esa boca diminuta, semi abierta. Corrí pronto a inventar alguna excusa para que me miraras...

Hoy por fin visito a mis amigas. Les había cancelado el Lunes pasado. Este no será igual. Me arreglo para ir a la universidad, con un outfit que, aunque es mi estilo, no suelo llevar para ir a tomar clases. Peino mi pelo, está más hermoso que de costumbre.

Salgo a la uni. Mi clase es a las 1:00 de la tarde. Es bastante agotador, pero me tranquiliza el hecho de que saldré temprano y podré ver a las chicas.

¡Un 10! Es lo que gritan a coro mi grupito de compañeras en el salón. Era de esperarse. No soy un genio, pero bruta no soy, y había estudiado muchísimo. Decidimos celebrarlo.

Al terminar el profesor con su cátedra, salimos todas por un helado. Yo quiero ese que es de yogurt, kiwi, ciruelas y brownies. Nos comimos el postre sentadas en el comedor del mall. Yo, con mayor rapidez que las demás, pues estoy un poco apurada. Devoro mi manjar mientras el cerebro se me congelaba y la garganta se me quedaba tiesa con el frío.
Termino, me despido, bajo las escaleras casi volando, y te veo. Hago como que no existes, tú igual. Aunque para ti, la verdad, yo soy una desconocida. Creo que no recuerdas que tomamos una clase juntos. No eras un alumno más, ni el profesor. Comentabas sobre los temas que se debatían sin recibir una calificación a cambio, pero era bien pagado tu trabajo. No recuerdas que te sentabas frente a mi y no podías apartar tu mirada de mis ojos.

Quise volverme hacia ti, pero no. Opte por comprar la lima de uñas que una compañera me había encargado ¡hace un mes! Gracias a Dios me acordé de ello. La compro, llevaba en el pantalón el dinero exacto por la lima. Subo quince escalones hacia ella (ha-ha, vaya excusa), se la entrego y me siento, mientras todas me miraban extrañadas, pues ya me había despedido.

Se suponía que debía estar en el bus, pero eso puede esperar.

Lo busco con la mirada, por todos lados miro, y te veo. Admiro su estructura corporal. Y sí, sus bellos ojos. Había olvidado el asombroso parecido que tiene con mi primer amor.
Vas vestido justo con el mismo color que llevo puesto yo. Blanco. Color puro, tan puro como la amnesia que domina su mente.
Me rindo. No voltearás a verme.

Ya son las 3:13 p.m. Debía irme cuando vi tus lindos ojos, pequeños y verdes, pero no. Fue más urgente para mi correr a inventar alguna excusa para que me miraras. Al final, lo hiciste.

sábado, 25 de abril de 2015

Turno

Me alegro de que por fin se haya roto este orgullo que me agobiaba a diario, de que por turnos nos hablemos, de que por turnos nos busquemos.

Llegaba de la universidad, cuando se me ocurrió contactarte este fin de semana para saber que había sido de tu vida desde la última vez que hablamos, además ya me tocaba, era m turno. Ya me había tardado un mes.

Abrí la puerta de mi casa, dejé el bolso en mi cama y saqué el celular, algo típico y rutinario en mi diario vivir. El internet no funcionaba, traté y traté, pero no conseguí nada, y así hasta treinta minutos más tarde.

Cuando por fin pude conectarme, vi tu mensaje. Parecías alegre y emocionado. Me escribiste cinco minutos antes de poder estar en línea. Te devolví el saludo, un poco menos exaltada que tú, pero por dentro estaba igual o más intensa de lo que él aparentaba.

Me hablaste de tus vivencias, y de tus logros del mes. Me haces sentir orgullosa por alguna extraña razón, pero prefiero no comentarte ese detalle.

Pude notar que no te importa demostrar un poco más de interés. Incluso lo dejaste dicho en un comentario al día siguiente.

Hablas del pasado con cierta delicadeza. Tratas de integrarte a mi vida nuevamente con sutileza, poco a poco noto tus intenciones y a la vez me lanzas al poblado de la incógnita
. Cada interrogante que surge en mi cabeza es más difícil de responder.

Trato de ser realista, por bien propio, por que tú tienes al menos, los pies enterrados en el suelo, a mi no me conviene hacerme ilusiones.

Mantén la coraza y no serás destruida otra vez. Pero sé lo suficientemente abierta y despierta como para poder reconocer las verdaderas intenciones de los demás.

miércoles, 22 de abril de 2015

Falsa impresión

Conocí a aquel chico unos días después de el primer día de clases. Parecía agradable, y lo era. Aparentaba ser un tipo callado, tranquilo y de estilo de vida relajado. Estaba en mi grupo de estudio, teníamos una presentación junto a otros dos compañeros más, lo cual me hacía imaginar qué podría pasar en el trayecto del semestre.

Acordamos reunirnos en un mall, uno de los más frecuentes del país para poder preparar y organizar el evento que tendríamos para nuestra clase. Él y yo fuimos los primeros en llegar al punto de encuentro. Mientras veíamos a las personas pasar, fuimos contando nuestros planes para el breve descanso de Semana Santa. Escuchaba cada detalle que me decía. Uno que otro me sorprendía. Me han contado que ''no todo lo que brilla es oro'' y si lo fuera, no anduviera vagando por las calles.

Al contar sus preferencias, me percate que es de aquellos que se entretiene inhalando el humo que se produce en un aparato similar a una lámpara, y encima lo comparte con otros. Algo desagradable a mi persona, pero según él, una estupenda idea para escapar de la rutina.

También note que su mirada pasaba perversa y acosadora por encima de las piernas, muslos y glúteos de las chicas que se paseaban en shorts y mini faldas por la gran tienda. De vez en cuando me impresionaban sus gustos no muy extraños, y a toda la gente que venía a saludarlo con calidez.

No puedo juzgar por esa impresión que causó en mi pero, no me quedaron dudas de que no era un fiel prospecto.

Hace dos semanas lucía tan sereno, tan paciente, que parcialmente me había comprado.

Pude haber corrido una suerte lamentable si vendaba mis ojos ante la realidad. Debemos conocer a las personas antes de aceptarlas en nuestras vidas. Sí... en nuestras vidas.

Ya me había imaginado un mundo lleno de flores en la cabeza, flores que se convirtieron en alas de cucaracha al recaer en esa impresión, falsa como la apariencia de los pétalos que mi imaginación creativa se inventaba.

sábado, 18 de abril de 2015

Encuentro Tonto

Estas solo y me echas un vistazo.
Tu mirada es de aquel que parece perdido, de aquel que sabe se ha equivocado.
Cuando estas con ella nunca notas mi presencia, como si no estuviera yo en frente de ti, esperando esa mirada confusa que sueles hacer ante mi persona. Al contrario, te ríes, una sonrisa plácida, de pura victoria. Qué casualidad. No espero nada relevante, pero contigo e de esperarse todo.

Y esto es rutina, sucede casi a diario, aunque aún no me acostumbro. Cada que te veo el palpitar de mi corazón es rápido, intenso, no sabe como controlarse, sus nervios se disparan impacientes.
Otra vez, es tan monótono, vuelvo y te encuentro. Tu mirada perdida, se entera que estoy a punto de cruzar hacia donde estás, y no hay regreso, no seré el ''hazme reír''. Tú también cruzas, 3 minutos después de mi, intencionalmente quedas a mi espalda. No importa, llevo ventaja si evito darte el frente.
Mis rodillas tiemblan. Vuelvo a ver su mirada mientras caigo en la regadera de recuerdos que, uno tras otro van proyectándose en mi cabeza. Te veo y mi vientre se tensa dulcemente acariciando mis entrañas con memorias que duelen en lo más recóndito de mi ser.

Ahora eres tú quien me da la espalda. Pero, te vuelves y caminas a mi dirección. Te desvías, y me percato que intentas ocultarte de mi.
Llega el bus, me subo, luego lo haces tú. Te sientas en la parte de adelante, mientras yo escojo la que está detrás. Al cabo de un minuto ya estás en frente de mi, sentado, pero no te sientas a mi lado.
Evito mirarte y no caer en el confuso juego de la evocación.

Luces descuidado, más de lo normal. Recordé que siempre te motivaba a arreglarte, más tú no hacías mucho caso.

Ya no seguiré mirándote. Tú tampoco lo haces. Tu presencia ya no me hará temblar más. Debo admitir que mi cuerpo sigue siendo débil ante tu persona, tú que nunca sentiste más que aprecio por mi.
Espero el día en que mirarte sea tan normal como verte con ella.

miércoles, 15 de abril de 2015

La calle de los recuerdos


De camino a casa de mi padre o cuando voy a visitar a una amiga, cualquiera que fuere la excusa, me encuentro contigo. Tan plana, tan ancha, siempre motivándome a mirarte. Con ojos provocativos y sonrisa perversa me dices que no te he podido olvidar. Momento inolvidables y que, difícilmente vuelva a vivir, pude experimentar cruzando tu largo torso. Tu lo sabes, por eso me chantajeas. Trato de no mirar hacia donde estás, pero fallo sin chistar. Eres realmente tentadora. Los mejores recuerdos, y a la vez los más dolorosos están grabados en mi memoria, y todos fluyen con tan solo saber que estás cerca de mi. Cada vez que te tenía en frente contaba los pasos hacia mi destino. Mi corazón palpitaba fuertemente.

Me preocupaba en llegar rápido. El camino se hacía largo o corto, dependiendo de mis ganas de verlo. Sonrisas tiernas, atracos de pasión, besos intensos, miradas de amor, caricias que marcaban mi piel, todo esto en una misma dirección.

En aquella calle yo veía mis ansias surgir y rogar por el dulce roce de sus dedos. Sus ojos, tan claros como el día me miraban con recelo, cual gato que asecha su presa. Su ropa me hacia diferenciarlo de cualquier otra persona. Su piel, tan tersa como sábanas de seda, y tan clara y rozagante como flores en primavera. ¡Dios mío! Me había acostumbrado demasiado a él.

No fue el mejor, pero aún así me marcó por siempre. Su recuerdo es dulce y amargo. Veo su rostro cada que atravieso aquel lugar con nerviosismo. Es inevitable no pensar en él.

Cada que cruzo ese sendero, viene a mi mente algo en especial que aprendí: ''No dejaré que los momentos tristes quiten puesto a los que realmente son importantes, aquellos que nos hacen felices''.

sábado, 11 de abril de 2015

Fría primavera

Dime si tú también puedes ver la lluvia caer una tarde en primavera. Su cielo esta gris y confundido. No has hecho nada más que aparecer, dejar la huella y seguir tu camino.
Dime si también puedes ver la Luna en la fría noche que aguarda paciente su llegada. Está en la oscuridad manteniendo el silencio, de esos en los que su mente es quien hace los ruidos.
Dime si puedes ver el Sol renacer al día siguiente, de cielo despejado, cargado de nuevas experiencias.

domingo, 11 de enero de 2015

Mañana será otro día

Tal vez quieras que el día de hoy pase rápido. Lo que no sabes es que cada segundo que te descuentas es un desperdicio irremediable. Lo que hoy molesta o dejes de hacer, mañana seguirá siendo lo mismo, un estorbo en tu mente. Mañana no acabarás con tus pensamientos negativos, en una noche no se olvida el pasado. ¿Estás dispuesto a cargar con el peso de vivir arrepentido por las cosas que haces o no pudiste hacer? Creo que es algo inmaduro de tu parte. No podemos regresar el tiempo, y si pudiéramos, haremos exactamente lo mismo. ¿Por qué? ¿A caso no entiendes que no has madurado? Esa actitud impulsiva no te llevará a ningún lado. Que carácter tan infantil. Levántate y seca esas lágrimas. Así no conseguirás superar todo aquello que te molesta. ¡Sal de ese lugar tan espantoso! Te haces daño recordando lo inevitable. Solo tú puedes hacer que tus penas vayan tomando otro valor. Utilízalas para algo positivo. Míralas de ejemplo, así otro día, no cometerás los mismos errores. ¿A caso no quieres olvidar todo eso? Pues, buscando impulsivamente su ayuda no podrás lograrlo, al contrario, te hará sentir peor. Él tiene el poder de hacerte sentir como basura en este momento. Pero mañana tal vez no. El tiempo lo dirá. Haz de él tu aliado. Dale tu esfuerzo y él te dará perseverancia. No permitas que destruya tu vida. El tiempo se agota con facilidad en estos días. Si no te apoyas en él, te dejará atrás muy despacio. Cuando recapacites será tarde. Piénsalo. Mañana será otro día, y tal vez ya no estés en él.

Amargo recuerdo


Había soñado con algo simplemente maravilloso. No recuerdo exactamente qué sueño tuve, pero si con quién. Era aquel chico de pestañas largas y mirada infantil. Siempre lo admire y me provocaba ternura. Podría ser el novio perfecto, era totalmente encantador.

Esa mañana me desperté muy temprano, aunque no quería, aquel sueño era demasiado bello. Volví a cubrirme con las sábanas para dormir otra vez. No pude. Ya no volvería a soñar con él.

Me levanté, al fin, y decidí poner mi playlist favorito. Se me hizo tarde imaginando que cantaba todas esas canciones dedicadas a aquellos que me hicieron sufrir alguna vez. Bastante bochornoso. Pero soñar es barato, dicen por ahí.

Miré mi cuerpo, en él había cicatrices bien marcadas. Me daban horror y vergüenza, quisiera quitarlas. Me sentí despreciable en todos los sentidos. Y de pronto, como si fuera poco lo que ya pasaba por mi mente, me acordé de él, aquel que no quisiera mencionar ni volver a ver. Recordé imágenes, fotografías en las que se le veía muy feliz, pero no conmigo. Era despreciable y devastador. ¿Cómo no me di cuenta antes? Él no iba a tirar a la basura todos eso años vividos con ella, llenos de diversión y locuras por mi, una simple estudiante, sumergida en el mar de letras, cuyo único pasatiempo es leer, escribir y pensar en lo que pudo haber ocurrido. La verdad es que mi monotonía cansó su alma aventurera, mi aburrido estilo no encajaba con su forma liberal de ser.

Creo que ambos perdimos el tiempo, él fijándose en quien no iba a satisfacer sus necesidades, y yo, dejando entrar en mi vida a alguien que no sabe ni donde van las tildes.