domingo, 11 de enero de 2015

Amargo recuerdo


Había soñado con algo simplemente maravilloso. No recuerdo exactamente qué sueño tuve, pero si con quién. Era aquel chico de pestañas largas y mirada infantil. Siempre lo admire y me provocaba ternura. Podría ser el novio perfecto, era totalmente encantador.

Esa mañana me desperté muy temprano, aunque no quería, aquel sueño era demasiado bello. Volví a cubrirme con las sábanas para dormir otra vez. No pude. Ya no volvería a soñar con él.

Me levanté, al fin, y decidí poner mi playlist favorito. Se me hizo tarde imaginando que cantaba todas esas canciones dedicadas a aquellos que me hicieron sufrir alguna vez. Bastante bochornoso. Pero soñar es barato, dicen por ahí.

Miré mi cuerpo, en él había cicatrices bien marcadas. Me daban horror y vergüenza, quisiera quitarlas. Me sentí despreciable en todos los sentidos. Y de pronto, como si fuera poco lo que ya pasaba por mi mente, me acordé de él, aquel que no quisiera mencionar ni volver a ver. Recordé imágenes, fotografías en las que se le veía muy feliz, pero no conmigo. Era despreciable y devastador. ¿Cómo no me di cuenta antes? Él no iba a tirar a la basura todos eso años vividos con ella, llenos de diversión y locuras por mi, una simple estudiante, sumergida en el mar de letras, cuyo único pasatiempo es leer, escribir y pensar en lo que pudo haber ocurrido. La verdad es que mi monotonía cansó su alma aventurera, mi aburrido estilo no encajaba con su forma liberal de ser.

Creo que ambos perdimos el tiempo, él fijándose en quien no iba a satisfacer sus necesidades, y yo, dejando entrar en mi vida a alguien que no sabe ni donde van las tildes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario