domingo, 11 de enero de 2015

Mañana será otro día

Tal vez quieras que el día de hoy pase rápido. Lo que no sabes es que cada segundo que te descuentas es un desperdicio irremediable. Lo que hoy molesta o dejes de hacer, mañana seguirá siendo lo mismo, un estorbo en tu mente. Mañana no acabarás con tus pensamientos negativos, en una noche no se olvida el pasado. ¿Estás dispuesto a cargar con el peso de vivir arrepentido por las cosas que haces o no pudiste hacer? Creo que es algo inmaduro de tu parte. No podemos regresar el tiempo, y si pudiéramos, haremos exactamente lo mismo. ¿Por qué? ¿A caso no entiendes que no has madurado? Esa actitud impulsiva no te llevará a ningún lado. Que carácter tan infantil. Levántate y seca esas lágrimas. Así no conseguirás superar todo aquello que te molesta. ¡Sal de ese lugar tan espantoso! Te haces daño recordando lo inevitable. Solo tú puedes hacer que tus penas vayan tomando otro valor. Utilízalas para algo positivo. Míralas de ejemplo, así otro día, no cometerás los mismos errores. ¿A caso no quieres olvidar todo eso? Pues, buscando impulsivamente su ayuda no podrás lograrlo, al contrario, te hará sentir peor. Él tiene el poder de hacerte sentir como basura en este momento. Pero mañana tal vez no. El tiempo lo dirá. Haz de él tu aliado. Dale tu esfuerzo y él te dará perseverancia. No permitas que destruya tu vida. El tiempo se agota con facilidad en estos días. Si no te apoyas en él, te dejará atrás muy despacio. Cuando recapacites será tarde. Piénsalo. Mañana será otro día, y tal vez ya no estés en él.

Amargo recuerdo


Había soñado con algo simplemente maravilloso. No recuerdo exactamente qué sueño tuve, pero si con quién. Era aquel chico de pestañas largas y mirada infantil. Siempre lo admire y me provocaba ternura. Podría ser el novio perfecto, era totalmente encantador.

Esa mañana me desperté muy temprano, aunque no quería, aquel sueño era demasiado bello. Volví a cubrirme con las sábanas para dormir otra vez. No pude. Ya no volvería a soñar con él.

Me levanté, al fin, y decidí poner mi playlist favorito. Se me hizo tarde imaginando que cantaba todas esas canciones dedicadas a aquellos que me hicieron sufrir alguna vez. Bastante bochornoso. Pero soñar es barato, dicen por ahí.

Miré mi cuerpo, en él había cicatrices bien marcadas. Me daban horror y vergüenza, quisiera quitarlas. Me sentí despreciable en todos los sentidos. Y de pronto, como si fuera poco lo que ya pasaba por mi mente, me acordé de él, aquel que no quisiera mencionar ni volver a ver. Recordé imágenes, fotografías en las que se le veía muy feliz, pero no conmigo. Era despreciable y devastador. ¿Cómo no me di cuenta antes? Él no iba a tirar a la basura todos eso años vividos con ella, llenos de diversión y locuras por mi, una simple estudiante, sumergida en el mar de letras, cuyo único pasatiempo es leer, escribir y pensar en lo que pudo haber ocurrido. La verdad es que mi monotonía cansó su alma aventurera, mi aburrido estilo no encajaba con su forma liberal de ser.

Creo que ambos perdimos el tiempo, él fijándose en quien no iba a satisfacer sus necesidades, y yo, dejando entrar en mi vida a alguien que no sabe ni donde van las tildes.

Haz de tu corazón una roca impenetrable


Era difícil volver a recorrer esos caminos. Caminos que cursaba solo para estar con él. Aquella tarde se dirigía en busca de algo que realmente necesitaba. Unos documentos, nada relevante en esta historia. Lo aterrador de todo esto, era volver a visitar esos lugares. Esos donde se emocionaba con tan solo verlo.

Tenía miedo de lo que podría ver allí. Miraba a todos lados, se volteaba a ver a sus espaldas para ver si los encontraba, como si realmente quisiera ver lo que no quería ver. Se angustiaba, la ansiedad que le provocaba el sitio y el momento la convertían en una bomba de tiempo, cargada de llanto y desesperación. Se controla. Por momentos lo hacía. Recordó todo lo que vivió allí. Cosas felices y tristes, pero sin sabor a nada. Los momentos que pasó a su lado siempre fueron huecos, como una pared con poco soporte en su interior.

Sentía que lo odiaba y a la vez quería verlo. A ratos sentía que el sonido de su voz ya había desaparecido de su mente. ¿Lo estará olvidando? No creo que sea eso. Si ya lo olvidó, entonces para que continua alimentando recuerdos y sentimientos falsos. Ella no lo quería a su lado otra vez. Sin embargo, tenerlo tan lejos la agobiaba. El no saber que cosas él estaba haciendo sin ella la preocupaba. Seguro ya está muy feliz, eso es lo que quería desde un principio.

Aún no sabe de qué le sirvió tanto engaño de su parte. ¿A caso eso hace feliz a las personas de este siglo? La tristeza de unos alimentan el ego de otros. Cobró venganza de su pasado con ella. Jamás pensó que le haría esto. ¿Por qué a ella? Aconsejar a quienes él lastimó fue su castigo. Eso se preguntaba ella cada vez que analizaba a profundidad su desgracia. Él se vengó. Eso pudo ser. Ya nada le duele ni le importa. Vive en el mundo para saciar su sed de venganza. Qué frase tan repetitiva... Que actuación tan infantil.

Hace un tiempo atrás ella hacía lo mismo para con él. Se encerraba en una burbuja para evitar que todo este mal la arropara. Lo evitaba con el fin de que no se fijara en ella. Lo maltrató por el daño que le ocasionó a quienes una vez ella solía contar sus intimidades. No lo hizo para hacerle daño a propósito. Solo lo quería lejos. No pensó que eso le pudiera doler. Él no era de esos que poseían sentimientos. Que va... insistió tanto que ella pudo caer, después que había jurado no verlo de otra manera más. Él lo logró. Había conseguido lo que su ego con tanto esfuerzo se prometió obtener. Ella sabía que estaba a punto de ser herida también. Confió en él, eso no pasaría. No fue así. Pasó lo que tenía que pasar. Romper su corazón por alucinada era su objetivo, burlarse de ella su misión principal. Castigar a cualquiera que le pase por el frente era un pasatiempo.

No conocía nada sobre el amor, ni la amistad. Comprensión no era algo que formara parte de su banco de palabras. Él había cerrado su corazón a todos. Nada para él tiene importancia. No conoce de detalles, eso lo perdió hace mucho tiempo. Tal vez no lo aprendió. Tal vez solo trató de conocerlo, y al primer fallo lo dejó perder todo. Nada de esto tiene sentido, ninguna lógica aplica en esto. Las cuestiones del corazón no son teóricas. El amor no es vengativo, y no guarda rencor. Si alguien que amaste te hizo daño, nunca te quiso. Y si aún recuerdas a ese ser con dolor y desprecio no es amor. Si guardarás amor para con él, no buscarías hacer el mismo mal que esa persona te hizo por venganza. Enamorarse no es un juego.

Soledad, un pasatiempo



Tres cortes habían sido marcados en su piel. Ardían como cuando el Sol quema a mediodía. Aquellos rasguños representaban cada uno de los errores que ha cometido, y su madre se encargaba de recordárselos.

La pobrecilla era afortunada de no sufrir un trastorno más grave. Durante estos dos último años ha cargado con el peso de sus malas faltas y el arrepentimiento sin perdón alguno. Ella sabía que no sería perdonada, pero tampoco merecía ser sacrificada cada vez más por sus errores.

Tenía la madre más incomprensible de la tierra. Su hermano no era excepción. Le recordaban en cada oportunidad sus pecados y gozaban verla llorar. Cada quien es humano y comete faltas. Algunos cometen aquellas que no pueden ser limpiadas por nadie.

Su alma gritaba de dolor. Sentía que este mundo no era para ella, que no podía vivir en él.

Aquella mujer era irremediablemente una descarada, insoportable, no era una madre para ella. Cuando lloraba solo fingía, eso siempre ella lo supo. Se burlaba del dolor de su hija, haciéndola sentir como la basura más inútil que haya existido jamás. Le hacía creer a los demás que su 'pequeña' era lo más importante en su vida y que esperaba que su esfuerzo por criarla haya valido la pena y el tiempo. No era así. Se encargaba de mencionarle que había desperdiciado su valioso tiempo en ella, aquella imperfecta niña que solo estaba empezando a vivir.

La escuchó llorar. ¿Quién estará creyendo aquellas mentiras elaboradas con irracionalidad? Que importaba eso. Nadie creía en esa chica. Estaba sola en el mundo, nadie la apoyaba.

La había criado en una burbuja lejos del mundo. Nunca le aconsejó lo codicioso y aprovechado que es el exterior. Cuando por fin pudo salir de esa esfera se percató de un mundo totalmente diferente. Y fue en ese entonces donde ocurrió. Aquellas desgracias comenzaron a relucir.

A veces salía para despejar su mente. Pero, ni de su vida es dueña. Vivía controlada por ella. No tenía derechos a visitar a nadie. Y si permanecía en casa, encerrada en su habitación, era lo mismo, reproches por doquier.

Vivía con las ganas de desaparecer lejos, pero eso no podía suceder. Pensaba en su padre, alguien poco amoroso pero a la vez a quien le debe la vida y lo que es. Su propósito es devolver eso a su padre algún día, hacerlo sentir orgulloso del esfuerzo puesto en su hija. Solo eso la hacía recapacitar y daba fuerzas en sus momentos de dolor y vacío.

Aún así estaba sola. No contaba con alguien que le diera un abrazo sincero, que le dijera que todo estaría bien. Nadie la mimaba, nadie la quería. Se sentía sola y humillada, desperdiciando la etapa más bonita que el ser humano puede vivir, su juventud.

Agridulce realidad

Quizás, esta sea la historia más triste que ella pudo haber vivido. Pensó que jamás volvería a sentir aquel devastador dolor que le congelaba los huesos, cada vez más intenso. El va y ven de sus sentimientos era más y más fuerte, como las olas del mar, a veces calmadas, a veces molestas. Estaba tan triste, cual día lluvioso de cielo gris finalizando el otoño. Se había enamorado lentamente del hombre equivocado.

Comenzó a apreciar aquellas mentiras perfectamente elaboradas, tanto así, que su brillante cerebro fue disminuyendo su luz, y sus ojos dejándose cegar por la venda que él le había colocado. Había mentido tan bien, fingió por tanto tiempo hasta que ella pudo creer. Se preguntaba por qué existían personas que viven con la sed de hacer sufrir a los demás. Se preguntaba qué mal había hecho, todo esto parecía obra del diablo y todo el universo, conspirando contra ella.

Obviamente, ella no quería este sufrimiento para si. Nadie desearía pasar por esto.

Desde el comienzo de su historia lo dijo, y él juro que no pasaría. La engañó, él no cambió nunca, ni siquiera la nobleza del corazón que ella tenía, su inteligencia, su delicadeza y amor hacia él pudieron cambiarlo.

En muchas ocasiones salía para despejar su mente de tanto pensar en aquel suceso. Al instante, por fin fuera de casa, de esa cueva oscura que la encerraba y la motivaba a seguir sufriendo, empezaba a añorar aquel lugar rodeado de paredes cubiertas de soledad, frías a pesar de la calidez del sitio, los rayos del Sol eran insuficientes para iluminar su alma. Veía las personas caminar, algunas solas, otras sonrientes, algunas tan vacías del alma como ella, y todos, absolutamente todos, desconocían el dolor que sentía. Tal vez, la incomprensión de ellos la deshacía, en pedazos se desarmaba su frágil cuerpo. Quienes podían escucharla solo aconsejaban que olvidara todo aquello, que se valorara, que lo superara... como si fuera tan fácil hacerlo...

Qué estúpida... solo eso pasaba por su mente. Se dejó envolver de aquellas mentiras como si fuera una ignorante de la vida. Lo era. Era una tonta sin remedio. La verdad y la realidad siempre estuvieron allí, enfrente de ella y no pudo verlas.

Cada día de su vida se tornaba más amargo. Esperaba el día en que pudiera olvidar todo aquello. Qué difícil. Era inútil el esfuerzo, pero ni modo, había que borrar ese pasado inmediato que la torturaba noche y día.

No dormía, no comía, no tenía ganas de nada. Quería llorar y no hacerlo a la vez. Deseaba que todo aquello fuera una broma. No lo era. Era tan real como el vacío de su alma. Su corazón palpitaba fuerte, la ansiedad acababa con su tranquilidad.

Le daba miedo frecuentar aquellos lugares que visitaban y recorrían juntos. La universidad era uno de la lista de espacios, en especial aquel que rodeaba el auditórium principal. Un territorio verde, cálido y lleno de flores y frutos tropicales. Un lugar bastante tranquilo, en donde solo se escuchaba el cantar de las aves. Ella recordaba con frecuencia las distintas especies de pajaritos que podía apreciar allí, y las experiencias que pudo vivir con él.

Recordó también aquellas clases en el verano en las que las ansias de escapar para verlo eran inmensas. Él también se fugaba de su aula. No podía hacerla esperar, ni quería hacerlo.

Todo aquello estaba perdido y parecía como si nunca hubiera ocurrido jamás.
Al él no le importaba el dolor que ella sentía. Solo pensaba en él, no en los demás. Era el ser más incomprensible del universo. Afirmaba que nadie lo vería sufrir por otra persona como antes lo hacía. Para él las mujeres solo herían corazones. Para él ninguna merecía que fuera sensible para con ellas, pues a las que más amó lo traicionaron con alguien más. Pero esta chica no tenía la culpa de eso. Era ingenua y servicial. Para él era perfecta, pero no podía jugar más con su persona.
Él sabía que su corazón le pertenecía por completo.

Esta chica si lo quería en serio, no tenía pensado correr a los brazos de nadie que no fuera él, y la lastimó. Sabía perfectamente que ella no era como las demás. A esas que tanto dolor le causaron y aún sigue amando. Su corazón es un condominio ocupado por muchas, pero ninguna se queda a vivir allí. Le abrió las puertas a esa pobre chica, llenándola de ilusiones, haciéndole creer que ella sería dueña de sus habitaciones, de su alma. No fue así. Le hizo creer que él no era como aquel que le había mentido anteriormente, que no sabía tratar a una chica como se lo merecía, ¿A caso él sí? Lo dudo. Era aún más superficial que el anterior.

Ella le contó que no era de esa clase de mujeres, que era complicada, que no era su tipo de chica. Él insistió. Pensó que podría permanecer con una persona como ella, cambiar en sus brazos. Ella sabía que no, pero confió, creyó que con amor todo se logra y se equivocó.

Ahora solo queda que desvíe su camino. Que comprenda que cometió un error. Siempre lo hace. Ahora solo queda esperar que él toque a su puerta nuevamente ofertando su corazón como lo hizo antes. Que le prometa ser la única esta vez. Es lo mismo de siempre.

Espero que cuando eso ocurra ya sea demasiado tarde.