miércoles, 13 de mayo de 2015

María Ingenua, aquella Úrsula Ingrata

Siento algo de distancia en ti. Ya no es el mismo respeto. Ignoras cada una de mis palabras... No, no la odio, ni le guardo rencor. Al contrario, siento vergüenza, bochorno de aquello que hice. No hay agujero lo suficientemente ancho y profundo como para enterrar mi cabeza en él y así, desviar tu mirada de mi estupidez.

Cada que te pregunto por ella, las palabras salen de su boca con cierto esfuerzo, y son escasas, tanto que ya no me das oportunidad de seguir hablando de aquella mujer que me despojó de la confianza de gente que una vez me quiso.

Antes de que decida hablar de otra cosa ya has cambiado de tema, tan rápido que cuesta esfuerzo procesar tanta información a un corto plazo y al mismo tiempo. Te sigo el hilo del asunto. Desconcertada, trato de que mi balbuceo no me exponga al detector de tus observadores ojos. Todo lo ven.
Escucho a medias tus palabras, ya no puedo seguir disimulando la incomodidad gracias a las respuestas que diste a mi imprudente pregunta.

Lo siento, aun la extraño. Por loco que suene, necesito hablarle. Mi masoquista actitud se desvanece solo cuando cae en cuenta de que es una idea descabellada, hablar como si nada a alguien que no supo agradecer mi sacrificio.

Continuará...  

1 comentario:

  1. interesnte tu relato ya te sigo te dejo mi blog saluds

    http://adictos-a-los-libros.blogspot.mx/

    ResponderEliminar