Cada que te pregunto por ella, las palabras salen de su boca con cierto esfuerzo, y son escasas, tanto que ya no me das oportunidad de seguir hablando de aquella mujer que me despojó de la confianza de gente que una vez me quiso.
Antes de que decida hablar de otra cosa ya has cambiado de tema, tan rápido que cuesta esfuerzo procesar tanta información a un corto plazo y al mismo tiempo. Te sigo el hilo del asunto. Desconcertada, trato de que mi balbuceo no me exponga al detector de tus observadores ojos. Todo lo ven.
Lo siento, aun la extraño. Por loco que suene, necesito hablarle. Mi masoquista actitud se desvanece solo cuando cae en cuenta de que es una idea descabellada, hablar como si nada a alguien que no supo agradecer mi sacrificio.
Continuará...
interesnte tu relato ya te sigo te dejo mi blog saluds
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